El espacio… la última frontera. Con esta frase que abre la legendaria serie televisiva “Viaje a las Estrellas”, se resume uno de los sueños más preciados de la humanidad: conocer, descubrir
qué hay más allá de la atmósfera terrestre.
Ya en 1903, el mismo año en que los hermanos Wright se alzaban durante casi un minuto por los aires con su primitivo aeroplano, Konstantin Ziolowski establecía la velocidad necesaria que
debería desarrollar una nave para superar la gravedad de la Tierra.
Sin embargo, en sus comienzos, la conquista del espacio no se sustentó en visiones idealistas, sino en la guerra. El primer paso lo dio la Alemania nazi alrededor de 1944 con
los cohetes V2.
Después de la derrota del régimen de Adolfo Hitler, el cerebro detrás de
los cohetes alemanes, Wernher von Braun, fue reclutado por los Estados Unidos para desarrollar su programa espacial.
La guerra fría: el gran impulso
La carrera espacial fue uno de los principales ingredientes del choque ideológico entre las dos grandes potencias: Estados
Unidos y la Unión Soviética.
En la década del 50 prevalecía la idea de que quien conquistara primero el espacio, también dominaría al mundo.
El primer punto lo ganaron los soviéticos el 4 de octubre de 1957, con la puesta en órbita del primer satélite artificial, el Sputnik I.
También fue ruso el primer cosmonauta que pudo ver a la Tierra desde el espacio. El viaje de Yuri Gagarin fue todo un éxito.
Corría el año 1961.
Entretanto, los Estados Unidos seguían atrás. En el mismo año de 1961, el presidente John F. Kennedy anunciaba un plan que, indirectamente, consolidaba la carrera espacial como una pulseada
entre dogmas políticos. Era el nacimiento del programa Apollo.
El 20 de julio de 1969, poco más de una década después de que el Sputnik I emitiera su señal intermitente a todo el planeta en nombre del comunismo, la misión Apollo XI descendía en la
Luna. Para los que fuimos entonces niños, es un recuerdo nebuloso de hombres de blanco caminando en cámara lenta sobre la Luna. Jamás hubiéramos imaginado, que casi 50 años después, estaríamos
tan lejos de pisar la Luna nuevamente.
Como lo señaló el astronauta Neil Armstrong, al poner su pie en suelo lunar, se trataba de “un pequeño paso para el hombre y un
gran salto para la humanidad”, que también representó uno de los logros más importantes de la aventura estadounidense en el espacio.
laboticadc (viernes, 12 julio 2013 02:22)
Como ya comento por ahí en otros aportes, los sitios de Ciencia suelen ser un punto de atracción para los conspiranoicos.
Uno de los temas recurrentes para estas personas es la negación de los viajes a la Luna. Las causas de tal comportamiento son varias. Fascinación por lo oculto y las teorías conspiratorias, resentimiento u odio hacia los Estados Unidos... o simple ignorancia.
Pero los viajes a la Luna no fueron un hecho aislado. Fueron parte de una carrera frenética de prestigio, entre USA y la ex-URSS. El punto culminante de esa carrera fue la llegada del Hombre a la Luna.